Resumen de M.A.S. Lunes 20 de diciembre 2010

Llega la navidad y antes de la cena me pongo a escribir el resumen de Micro Abierto. Mi madre ha pasado la mañana pescando en el Llobregat, comeremos Axolotls mutante y habrá un postre de frutos del jardín de nuestros vecinos. Con melancolía recordaré la niebla de Salamanca, los amigos que quedan detrás y las noches del Esperpento, donde todos éramos muy pobres pero muy felices. Hemingway estaría contento de todo esto si pudiera estar contento de algo, porque está muerto, pero nosotros seguimos aquí y vivimos una noche más de Micro Abierto con los mejores invitados, la mejor música y poesía, todo condensado, y el don de la ebriedad.

El primero, el encargado de abrir la lata después de una presentación breve y larga, baja y alta, bonita y fea del presentador; el primero, digo, fue Migue Despistao, que nos contó dos historias exóticas y marroquíes, una de ellas tenía su gracia, trataba sobre una pelea imposible y terrible; la otra era un ejercicio al más puro estilo Paul Auster, con el que Migue nos demostró que su talento va más allá de la risa, que trasciende hacia la carcajada y que, muchas veces, suscita la ternura del más duro.


María Cota leyó un cuento breve sobre una mujer. Impactante la imagen de los tacones que salen de unos pies que ya han caminado mucho con ellos. Su talento reside en la capacidad psicológica de sus observaciones. Una pequeña delicia para los oyentes ávidos de literatura.


Andrés Sudón presentó la posibilidad de encargar vídeos de las actuaciones de Micro Abierto y decidió, de paso, después de muchas presiones (no muchas, sino pocas, miento), tocar canciones alegres y macarras, de esas que tienen estribillos que se te quedan en el oído todo el tiempo, en cualquier lugar, quiero un beso, eso es lo que quiero: un beso, o quizá diez, y quizá cien mil y diez más, como dijo Catulo, para que así no se puedan contar todos los besos que nos daríamos si nos diésemos besos, a menos que nos besáramos. Después de su actuación fue formalmente expulsado del club de los melancólicos. Pero más tarde volvió a ser readmitido. Si alguien quiere apuntarse a dicho club, sólo tiene que ponerse a llorar y ya llegaremos; si es que llegamos.


Borja Muñoz se erige como el gran lector que necesitaba un bar como el Esperpento. Cada semana nos trae fragmentos de sus libros preferidos. Fragmentos que nos lee con emotividad y sencillez. Este lunes fue el turno de Henry Miller con su mítico Trópico de Cáncer y de Thomas Bernhard.


Cristina Anta recitó un texto teatral en el que una mujer se queja, básicamente, de los hombres. El texto se titula Muy Moderna. La acompañaba en el papel de psicoanalista dormida Andra Mazas, que podéis ver en una esquina de la foto, efectivamente dormida. Gracioso, intenso y muy bien recitado.

Después del descanso Borja Aguiló, vocalista de The Scimitars, tocó un tema nuevo y otro ya conocido que el público coreó felizmente: El Lejano Oeste del Sr. Chinarro. Tiene una voz brutal y a veces el público se queda con los ojos muy abiertos de pura impresión: todo lo que entra en esos ojos es una música que se parece a un niño que trata de decirnos que las flores amarillas son, en realidad, azules.


Nico Santamaría nos leyó un fragmento potente y triste. En mi cuaderno he apuntado "mierda", como palabra clave del relato. Nico se asienta como uno de los habituales, coge confianza y poco a poco nos muestra todas sus dotes de rapsoda. En la foto le vemos sentado porque se encontraba cansado. Es cierto que los escritores prefieren, por lo general, estar sentados o tumbados. Si están de pie es porque tienen ganas de bailar canciones malas de los 80.


Aquí salgo yo tratando de colocar el micrófono de Víctor Prieto, que leyó un excepcional poema semántico dedicado al tema de la carne. Podéis verlo aquí. El año pasado, Víctor se definía a sí mismo como un looser. Ahora sigue definiéndose así, pero con más elegancia y seguridad: ahora es un looser de mentira, justo lo que necesitaba para ser un hombre de verdad.


Alfredo Rubbenstein se presentó gritando como Rambo y después leyó un relato con su estilo tan reconocible: Tema militar, decadencia de la humanidad, momentos estelares y casi de ciencia ficción.


David Prieto es hermano de Víctor Prieto. Este detalle no tiene ninguna importancia. Sí tiene importancia, en cambio, que David viajara desde Zamora sólo para poder estar esa noche con nosotros. Vino con su guitarra y con una botella de vino y un cuerno de toro. Tocó tres canciones, ente las cuales una versión de Living on a Prayer de Bon Jovi. Se ganó al público con su excepcional talento como guitarrista y por comentar que estaba tan nervioso como el día en que tocó en una escuela llena de niños de 2 años. Nosotros le aplaudimos más que los niños de dos años, pero sólo porque somos más fuertes.


Andrea Mazas recitó un texto escrito conjuntamente con Andrés Sudón. La vida los esperaba a los dos en algún hospital. Después leyó poemas de Gonzalo Escarpa, que ayer actuó en el Esperpento, imitando a la perfección su dicción y estilo tan personal.


Por último tuvimos la actuación estelar de David Súper, que nos tocó tres canciones rockeras, blues, que animó al público hasta el punto en que todos terminamos coreando los estribillos. Aquí podéis verle en acción. Fue la mejor manera de despedirse de Micro Abierto este año 2010. Con intensidad, hermosura de una flor que perece y letargo de un esquimal feo. El año que viene volveremos con más, con vuestros artistas preferidos, las presentaciones más absurdas y las copas más baratas de toda la ciudad. Gracias y Feliz Navidad a todos.

20 de Diciembre, edición especial Actos Inexplicables

Resumen de M.A.S. Lunes 13 de diciembre 2010

El Lunes 13 asistimos una vez más a Micro Abierto. Un frío notable, exámenes y el río creciendo. Pronto nevará en el Hall de nuestra casa. Fue, sin embargo, uno de los Micro Abiertos más completos a los que hemos asistido.


Borja Aguiló y Sara Clark tocaron una versión de Decemberists y otra de Nick Cave con Pj Harvey, a dúo y casi enamorados, o quizá totalmente enamorados. Las cosas del escenario y su ficción son difíciles de distinguir. Pero no importa que fingieran o que sus gestos fueran verdaderos: nos emocionaron igual.


Óscar Rodríguez, que visitándonos desde lejanas tierras planteó un enigma poético para el público. Un hombre que vive en el extremo, cuya poesía es de un nivel muy alto. Alguien me dijo el otro día que vive en una pequeña casa junto a un río, con una copa llena de arroz y ginebra que mezcla de manera aleatoria y bebe mientras lee el periódico, porque le gustan las mezclas diabólicas, como el chocolate con las palomitas o el helado con las patatas fritas (mezclas muy recomendables, por cierto).



Curro, leyó un texto de un blog en el que se parodiaban las actuaciones del gobierno contra los controladores aéreos en relación con su actuación en la situación actual internacional.



Luis Llorente leyó un poema propio, recitado de memoria. Pero quería, inicialmente, leer uno de Dámaso Alonso. Lo animo desde aquí a que lo haga el próximo día :).


Cristina Parapar, hermoso apellido, tocó una pieza instrumental al piano. Sin brusquedad, elegante, cada movimiento de sus dedos era una continuidad de parques que florecen.

Alvaro y Juan, Los primos terceros, tocaron su single, Cerdas Mierdas, que habla de un amor frustrado muy escatológico. Hay que tener fe en cosas que no son Dios, pero que se llaman de la misma forma, para comprender que en lo más abyecto también hay hermosura. De la misma manera con la que se sabe ya que, debajo de cada flor, hay una horrorosa raíz.

Emilio Papel leyó alguno de los poemas que hace unos años estuvieron en todas las marquesinas de Salamanca (Vendo y Compro, fijaos en su camiseta, una doble imagen especular, y un poemario muy bueno, por cierto, ya a la venta en la pequeña librería del Esperpento -por cada libro que compres, te regalan un póster con un poema impreso-).


Guido leyó un texto sobre el hecho de ser extranjero, en concreto erasmus, en una ciudad como Salamanca, mientras le acompañaba a la guitarra Paul Meyer. Guido se despide de nosotros. Quizá sus acompañantes también, no lo sé. Me gustaba verles cada lunes en la misma esquina. Desde su perspectiva lateral las cosas se ven de otra forma. Por eso eran los que más se reían.



Luis Somoza subió y leyó algunos poemas. Son irresistiblemente tragicómicos, alta calidad.

El grupo Mala Estrella hizo reír con dos piezas muy graciosas, una de ellas una suerte de flamenco en memoria del difunto Enrique Morente y la otra una canción de Javier Krahe, que podéis ver aquí.


Teresa Martín llegó como una melodía de primavera cuando todo es ya hielo para leernos alguno de sus poemas, de sus frágiles poemas.


Sofía Montero, como nos tiene acostumbrados, leyó algún poema delicado extraído directamente desde su último libro, Hojal para la magia.


Borja Muñoz se atrevió, como no se atrevía nadie desde hacía tiempo en Micro Abierto, a leer dos fragmentos de dos autores existencialistas, dos fragmentos sobre la nada, blanco como la nada que recubre nuestros cimientos, dos fragmentos de Sartre y Camus, respectivamente.


Aunque no hay foto, también contamos con Migue despistao, que nos explicó el origen de su nombre y cómo una vez incendió la sala común de su facultad.

Lunes 13 de dic. Especial 'Micro Leaks'

Micro Abierto Salamanca

Resumen de M.A.S. Lunes 6 de diciembre 2010

El Micro Abierto del 6 de diciembre tuvo como tema "Micro Relatos". Y así fue. Muchos de los participantes leyeron sus micro relatos o los de otros escritores. Fue una noche feliz que pasó como pasan los coches por una autopista, la suavidad y el alcohol conjugados crearon pequeñas figuras bailando en la sombra de una noche peligrosa. Nuestro camarero favorito -no diremos quién es- masticaba su chicle favorito, y un enano peligroso pedía limosna debajo de la mesa.


Andrea Mazas leyó dos textos. Un micro relato de Andrés Neuman y un fragmento de Herta Müller. A veces, cuando habla, parece una canción de Brassens.


Sofía Montero leyó alguno de sus poemas táctiles. La imagen de una espera se congela en el tacto, dijo, entre suspiros y tristezas de la gente que se vio reconocida en la metáfora.


Guille el Mago llegó, no para hacer un truco de magia, sino para decir dos pequeños textos, uno acerca de los payasos y después un poema de Ángel González. Ambos los recitó de memoria con su acento tan particular. Había ojos que lo observaban enamorados. También las copas lo observaban enamorados. Todos estaban enamorados, me lo confesó después una columna.


Luís Forero nos leyó un micro relato de amor en el que un torero trata de conquistar a alguien. "Yo antes fui torero", confesó para un público que ya no se sorprende con cosas como estas. En efecto. Luis Forero fue torero, rima y todo, mira tú por donde. Vivía en una masía con su abuela y era el encargado de dar de comer a las vacas. Una vez se enamoró de una vaca que estaba casada. El toro lo atacó, celoso, y él lo toreó y escapó a la ciudad y se hizo escritor. Piensa todo el tiempo en James Joyce, lo cual no tiene por qué querer decir nada. Podéis leer su texto aquí.


Fernando Maés tocó tres canciones. Dos suyas y una versión de A tu lado, de los Secretos. Su manera de tocar la guitarra y de cantar es exquisita. Nosotros nos quedamos bloqueados. La belleza será convulsiva o no será, dijo alguien.

Gaizka Ramón leyó un poema de Ginsberg dedicado a su madre, en versión bilingüe, y después tocó acompañado por una bella rubia un tema de Postal Service, Such Great Heighs. Conocí a Gaizka en la Medina de Meknés, trabajaba como encantador de serpientes y fumador de kif. Leía a Rimbaud en árabe y había visto a su novia sin velo. Tenía dos hijos, pequeños Gaizkas con el pelo largo, embaucadores de turistas. Él adora el desierto como nosotros podríamos adorar los parques de una ciudad abandonada. Es místico. Tiene el poder dentro de los ojos. Si te portas mal, con un gesto de la mano te convertirá en un mono.



Nico Santamaría leyó dos micro relatos, uno de ellos del grupo de Spoken Word Chaos Goudensed. Con una dicción muy mejorada, nueva seguridad y aplomo, pareció todo un gentleman venido de una película de Hollywood de los 40, un Bogart pero sin cigarrillo, con el humo a pesar de todo bailándole dentro del estómago, saliendo por su boca de la forma más poética.


Migue Quillo, conocido también como Migue Quebrantaquillos, explicó una anécdota que vivió en India. Entre las risas de la gente explicó cómo estuvo a punto de morir en el Ganges. Poco después, acabado el evento, estuvimos charlando un rato para ver quién había estado a punto de morir más veces. Él, hablando de China entre prostibulos y pagodas, ganó. Es un viajero, un extranjero y físico de partículas subatómicas. Cuando le hablas de amor él piensa en las leyes de la termodinámica de Newton, que son otra manera de describir lo que ocurre con los cuerpos que se atraen y rechazan.


Mercedes Orrego leyó un poema propio y otro de Wislawa Szymborska que nos dejó con el corazón en un puño. Luego nuestro corazón se tomó un güisqui on the rocks y se puso bien.


Craig tocó tres temas. Dos de ellos de Keane, cuyo vocalista es íntimo amigo suyo. Fue el cierre de un Micro Abierto variado y de mucho nivel, como siempre. Breve e intenso, sutil alucinación de un Bereber que descansa fumando su pipa en un Oasis lleno de agua y espejismos de cosas que podrían ser y que, de momento, no han sido. Pero serán.


Además, en ausencia de Ben Clark por causas de fuerza mayor, el coordinador Víctor Balcells leyó un poema de Jesús Lizano, Las personas curvas, que podéis ver aquí.

Resumen de M.A.S. Lunes 29 de noviembre 2010

Acababa de terminar de nevar y acababa de terminar el Barça-Madrid cuando nos acercamos al Esperpento para asistir una vez más a Micro Abierto Salamanca, felices, tanto el staff como los organizadores, todos barcelonistas y catalanes en la intimidad, como José María Aznar, y así empezamos directamente, con Luís Forero y uno de sus pequeños relatos que son como disparos de bala. Nos gusta mucho su boina, por cierto. El otro día empezó a leer el Ulises de Joyce y parece ser que en los próximos 5 meses quedará soltero y encamado con pijama, en casa, tratando de comprender el libro para incorporarlo a su literatura portátil.

Teresa Martín leyó tres poemas con las sensualidad que la caracteriza. Hacía muchos meses que no se acercaba hasta Micro Abierto, y llegó como una canción mientras todos estábamos escuchando. La precisión de sus versos, su profundidad emotiva, son algunos rasgos que definen a esta poeta performer, traductora, experta viajera y espeleóloga salmantina


Cuando el niño era niño, no sabía que era niño. Eso es lo que siempre piensa filosóficamente Alfredo Rubbenstein acodado en la barra del bar, junto a su jarra predilecta (casi siempre semivacía). Piensa en el hecho de ser niño siendo mayor, en el niño que es niño cuando no es niño, y en naves espaciales y en la posibilidad de la existencia de extraterrestres. Esta vez leyó un relato con momentos muy divertidos acerca de la supuesta existencia del paraíso, al que su personaje llega después de una muerte terrible debida a un fallo del CERN.


La pausa fue prematura porque los coordinadores de Micro Abierto incubaban una enfermedad terrible, venérea y tropical, no necesariamente sexual, por cierto, que los llevó a detenerse un instante para cavilar sobre la posibilidad de escribir un testamento. Todas las posesiones de Ben Clark fueron cedidas al Bar Esperpento, que dentro de dos meses, inaugurará un museo con un muestrario de sus mejores calzoncillos.

Después de la pausa, Jens Patrick encandiló al público con una versión de Phil Collins y la canción más famosa de la película Once, acompañado por la dulce voz de Haley, una chica americana que provocó unánimes aplausos entre un público que estaba congelado y que, aún así, iba y venía por la sala felizmente.


Miguel López explicó una anécdota acerca de un bollicao, un policía y un D.N.I. La historia era tan hilarante y rocambolesca que no tuvo final, tal y como ocurre con El Castillo de Kafka, obras monumentales que, por su monumentalidad, tienen que permanecer en la eternidad de la inconclusión.


María Cota, leyó uno de sus relatos. Lo podéis ver en el siguiente link.

Andrés Catalán estaba muy guapo ese día.


Adrián leyó un poema mierder, según anunció él, tronchándose de risa, y luego algo más serio. Buena presencia escénica, despreocupación y capacidad expresiva son los rasgos de este adicto a las canciones de Bob Dylan y a las visiones de una mujer que una vez vio en el supermercado, llamada Johanna.


Luis Llorente consolida su voz y su dicción y se postula como uno de los mejores rapsodas y recitadores de poesía de la ciudad. Al parecer ha seguido un curso de formación impartido por el actor Klaus Kinski, consistente en recitar doscientos poemas al día encerrado en un aseo y luego destruir el propio aseo como acto último y definitivo de rebeldía. Después de dos meses con el mismo método, el alcalde de Salamanca ha quedado muy preocupado por la falta de retretes (y otras cosas) en buen estado en la ciudad. Aquí su blog.


Richard subió al escenario para deleitarnos tocando una versión personal de Maldito Duende de Héroes del Silencio.

David García subió al escenario con un instrumento extraño y medieval. No sólo tocó alguna pieza musical, sino que explicó su origen, su funcionamiento y su etiología. Fue una gozada para los que no conocían nada acerca de la Zamfona y también para los que sabían todo acerca de la Zamfona.

Ane, miembro permanente de las juventudes del Esperpento y perteneciente a la orden Templaria de los caballeros de Lautréamont, leyó, como es costumbre, algún poema. Aquí el vídeo.


Emilio Papel hizo una presentación previa a su poema. En la presentación habló de los fenómenos paranormales, en concreto de los parasexuales, tema central de su poema, que recitó con fenomenal dicción y gran éxito de aplausos y litros de cerveza derramada en todas las ingles. Pertenece a la Sociedad Psicogeográfica de Salamanca.


Borja Aguiló cerró el evento tocando The Emperor of Ice Cream, una canción del grupo del que es cantante y compositor, The Scimitars.


Además, los coordinadores de Micro Abierto, Víctor Balcells y Ben Clark, recitaron dos pequeños textos a modo de divertimento, al margen de las presentaciones. Ben Clark hizo el Monólogo de los dos cerebros, que podéis ver en Youtube y que ya ha cosechado más de 15 mil visitas. Víctor Balcells leyó su poema alcohólico o Life is Wine, que no se puede ni ver ni leer porque sólo se puede beber. ea, un abrazo y hasta el lunes que viene.