Llega la navidad y antes de la cena me pongo a escribir el resumen de Micro Abierto. Mi madre ha pasado la mañana pescando en el Llobregat, comeremos Axolotls mutante y habrá un postre de frutos del jardín de nuestros vecinos. Con melancolía recordaré la niebla de Salamanca, los amigos que quedan detrás y las noches del Esperpento, donde todos éramos muy pobres pero muy felices. Hemingway estaría contento de todo esto si pudiera estar contento de algo, porque está muerto, pero nosotros seguimos aquí y vivimos una noche más de Micro Abierto con los mejores invitados, la mejor música y poesía, todo condensado, y el don de la ebriedad.
El primero, el encargado de abrir la lata después de una presentación breve y larga, baja y alta, bonita y fea del presentador; el primero, digo, fue Migue Despistao, que nos contó dos historias exóticas y marroquíes, una de ellas tenía su gracia, trataba sobre una pelea imposible y terrible; la otra era un ejercicio al más puro estilo Paul Auster, con el que Migue nos demostró que su talento va más allá de la risa, que trasciende hacia la carcajada y que, muchas veces, suscita la ternura del más duro.
María Cota leyó un cuento breve sobre una mujer. Impactante la imagen de los tacones que salen de unos pies que ya han caminado mucho con ellos. Su talento reside en la capacidad psicológica de sus observaciones. Una pequeña delicia para los oyentes ávidos de literatura.
Andrés Sudón presentó la posibilidad de encargar vídeos de las actuaciones de Micro Abierto y decidió, de paso, después de muchas presiones (no muchas, sino pocas, miento), tocar canciones alegres y macarras, de esas que tienen estribillos que se te quedan en el oído todo el tiempo, en cualquier lugar, quiero un beso, eso es lo que quiero: un beso, o quizá diez, y quizá cien mil y diez más, como dijo Catulo, para que así no se puedan contar todos los besos que nos daríamos si nos diésemos besos, a menos que nos besáramos. Después de su actuación fue formalmente expulsado del club de los melancólicos. Pero más tarde volvió a ser readmitido. Si alguien quiere apuntarse a dicho club, sólo tiene que ponerse a llorar y ya llegaremos; si es que llegamos.
Borja Muñoz se erige como el gran lector que necesitaba un bar como el Esperpento. Cada semana nos trae fragmentos de sus libros preferidos. Fragmentos que nos lee con emotividad y sencillez. Este lunes fue el turno de Henry Miller con su mítico Trópico de Cáncer y de Thomas Bernhard.
Cristina Anta recitó un texto teatral en el que una mujer se queja, básicamente, de los hombres. El texto se titula Muy Moderna. La acompañaba en el papel de psicoanalista dormida Andra Mazas, que podéis ver en una esquina de la foto, efectivamente dormida. Gracioso, intenso y muy bien recitado.
Después del descanso Borja Aguiló, vocalista de The Scimitars, tocó un tema nuevo y otro ya conocido que el público coreó felizmente: El Lejano Oeste del Sr. Chinarro. Tiene una voz brutal y a veces el público se queda con los ojos muy abiertos de pura impresión: todo lo que entra en esos ojos es una música que se parece a un niño que trata de decirnos que las flores amarillas son, en realidad, azules.
Nico Santamaría nos leyó un fragmento potente y triste. En mi cuaderno he apuntado "mierda", como palabra clave del relato. Nico se asienta como uno de los habituales, coge confianza y poco a poco nos muestra todas sus dotes de rapsoda. En la foto le vemos sentado porque se encontraba cansado. Es cierto que los escritores prefieren, por lo general, estar sentados o tumbados. Si están de pie es porque tienen ganas de bailar canciones malas de los 80.
Aquí salgo yo tratando de colocar el micrófono de Víctor Prieto, que leyó un excepcional poema semántico dedicado al tema de la carne. Podéis verlo aquí. El año pasado, Víctor se definía a sí mismo como un looser. Ahora sigue definiéndose así, pero con más elegancia y seguridad: ahora es un looser de mentira, justo lo que necesitaba para ser un hombre de verdad.
Alfredo Rubbenstein se presentó gritando como Rambo y después leyó un relato con su estilo tan reconocible: Tema militar, decadencia de la humanidad, momentos estelares y casi de ciencia ficción.
David Prieto es hermano de Víctor Prieto. Este detalle no tiene ninguna importancia. Sí tiene importancia, en cambio, que David viajara desde Zamora sólo para poder estar esa noche con nosotros. Vino con su guitarra y con una botella de vino y un cuerno de toro. Tocó tres canciones, ente las cuales una versión de Living on a Prayer de Bon Jovi. Se ganó al público con su excepcional talento como guitarrista y por comentar que estaba tan nervioso como el día en que tocó en una escuela llena de niños de 2 años. Nosotros le aplaudimos más que los niños de dos años, pero sólo porque somos más fuertes.
Andrea Mazas recitó un texto escrito conjuntamente con Andrés Sudón. La vida los esperaba a los dos en algún hospital. Después leyó poemas de Gonzalo Escarpa, que ayer actuó en el Esperpento, imitando a la perfección su dicción y estilo tan personal.
Por último tuvimos la actuación estelar de David Súper, que nos tocó tres canciones rockeras, blues, que animó al público hasta el punto en que todos terminamos coreando los estribillos. Aquí podéis verle en acción. Fue la mejor manera de despedirse de Micro Abierto este año 2010. Con intensidad, hermosura de una flor que perece y letargo de un esquimal feo. El año que viene volveremos con más, con vuestros artistas preferidos, las presentaciones más absurdas y las copas más baratas de toda la ciudad. Gracias y Feliz Navidad a todos.
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