El Micro Abierto del 6 de diciembre tuvo como tema "Micro Relatos". Y así fue. Muchos de los participantes leyeron sus micro relatos o los de otros escritores. Fue una noche feliz que pasó como pasan los coches por una autopista, la suavidad y el alcohol conjugados crearon pequeñas figuras bailando en la sombra de una noche peligrosa. Nuestro camarero favorito -no diremos quién es- masticaba su chicle favorito, y un enano peligroso pedía limosna debajo de la mesa.
Andrea Mazas leyó dos textos. Un micro relato de Andrés Neuman y un fragmento de Herta Müller. A veces, cuando habla, parece una canción de Brassens.
Sofía Montero leyó alguno de sus poemas táctiles. La imagen de una espera se congela en el tacto, dijo, entre suspiros y tristezas de la gente que se vio reconocida en la metáfora.
Guille el Mago llegó, no para hacer un truco de magia, sino para decir dos pequeños textos, uno acerca de los payasos y después un poema de Ángel González. Ambos los recitó de memoria con su acento tan particular. Había ojos que lo observaban enamorados. También las copas lo observaban enamorados. Todos estaban enamorados, me lo confesó después una columna.
Luís Forero nos leyó un micro relato de amor en el que un torero trata de conquistar a alguien. "Yo antes fui torero", confesó para un público que ya no se sorprende con cosas como estas. En efecto. Luis Forero fue torero, rima y todo, mira tú por donde. Vivía en una masía con su abuela y era el encargado de dar de comer a las vacas. Una vez se enamoró de una vaca que estaba casada. El toro lo atacó, celoso, y él lo toreó y escapó a la ciudad y se hizo escritor. Piensa todo el tiempo en James Joyce, lo cual no tiene por qué querer decir nada. Podéis leer su texto aquí.
Fernando Maés tocó tres canciones. Dos suyas y una versión de A tu lado, de los Secretos. Su manera de tocar la guitarra y de cantar es exquisita. Nosotros nos quedamos bloqueados. La belleza será convulsiva o no será, dijo alguien.
Gaizka Ramón leyó un poema de Ginsberg dedicado a su madre, en versión bilingüe, y después tocó acompañado por una bella rubia un tema de Postal Service, Such Great Heighs. Conocí a Gaizka en la Medina de Meknés, trabajaba como encantador de serpientes y fumador de kif. Leía a Rimbaud en árabe y había visto a su novia sin velo. Tenía dos hijos, pequeños Gaizkas con el pelo largo, embaucadores de turistas. Él adora el desierto como nosotros podríamos adorar los parques de una ciudad abandonada. Es místico. Tiene el poder dentro de los ojos. Si te portas mal, con un gesto de la mano te convertirá en un mono.
Nico Santamaría leyó dos micro relatos, uno de ellos del grupo de Spoken Word Chaos Goudensed. Con una dicción muy mejorada, nueva seguridad y aplomo, pareció todo un gentleman venido de una película de Hollywood de los 40, un Bogart pero sin cigarrillo, con el humo a pesar de todo bailándole dentro del estómago, saliendo por su boca de la forma más poética.
Migue Quillo, conocido también como Migue Quebrantaquillos, explicó una anécdota que vivió en India. Entre las risas de la gente explicó cómo estuvo a punto de morir en el Ganges. Poco después, acabado el evento, estuvimos charlando un rato para ver quién había estado a punto de morir más veces. Él, hablando de China entre prostibulos y pagodas, ganó. Es un viajero, un extranjero y físico de partículas subatómicas. Cuando le hablas de amor él piensa en las leyes de la termodinámica de Newton, que son otra manera de describir lo que ocurre con los cuerpos que se atraen y rechazan.
Mercedes Orrego leyó un poema propio y otro de Wislawa Szymborska que nos dejó con el corazón en un puño. Luego nuestro corazón se tomó un güisqui on the rocks y se puso bien.
Craig tocó tres temas. Dos de ellos de Keane, cuyo vocalista es íntimo amigo suyo. Fue el cierre de un Micro Abierto variado y de mucho nivel, como siempre. Breve e intenso, sutil alucinación de un Bereber que descansa fumando su pipa en un Oasis lleno de agua y espejismos de cosas que podrían ser y que, de momento, no han sido. Pero serán.
Además, en ausencia de Ben Clark por causas de fuerza mayor, el coordinador Víctor Balcells leyó un poema de Jesús Lizano, Las personas curvas, que podéis ver aquí.
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